martes, 20 de diciembre de 2011

Causas biológicas del TDAH

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TRANSCRIPCIÓN DEL VIDEO:
Desde que en 1902, Still publicara el primer cuadro clínico relacionado con lo que hoy se conoce como Trastorno de Déficit de Atención, con o sin Hiperactividad (TDAH) han pasado muchos años y diversas clasificaciones para intentar definir un síndrome, un trastorno, que se manifiesta en niños que hablan en exceso, que interrumpen las actividades de otros, que no guardan su turno, que son incapaces de estar quietos que, en definitiva, demuestran una hiperactividad que son incapaces de controlar, que se acompaña de fácil distracción ante estímulos mínimos, descuido de las actividades diarias, incapacidad de finalizar una actividad que empiezan, que parecen no escuchar las instrucciones de los demás, etc.
Igualmente, estos niños suelen mostrar una pobre capacidad de planificación y previsión, una disminución en el control de impulsos y gran labilidad afectiva.
Muchas han sido las hipótesis vertidas a lo largo de los años acerca de las causas que lo originaban, pero ha sido en las últimas décadas cuando más se ha avanzado en la identificación de los orígenes biológicos del TDAH. Gracias a las modernas técnicas de imagen funcional y de estudios genéticos ha sido posible adentrarse en los orígenes del TDAH. El importante papel del córtex prefrontal en la aparición de los síntomas del TDAH está hoy avalado por las técnicas de imagen funcional además de por las teorías clásicas. La corteza prefrontal actúa como un director de orquesta capaz de valorar en una vista aérea todas las demás funciones del cerebro y coordinarlas para un fin concreto. Cuando los lóbulos frontales no funcionan bien, no actúan con suficiente intensidad o no están correctamente comunicados, sus funciones ejecutivas se deterioran y el individuo se encuentra a merced de distracciones accidentales, es incapaz de continuar planes o de tener un control previo sobre sus impulsos y, esto es en definitiva, lo que caracteriza al TDAH.
Ante la aparición de un estímulo en el niño sano, con la activación del córtex prefrontal, se inicia la coordinación entre las diversas funciones y capacidades. No obstante, en el niño con TDAH, debido a la hipoactividad de esa zona, existe una falta de coordinación interna, aunque las capacidades sean normales, con una fácil distracción ante estímulos externos e incapacidad del control motor.
Esta situación nos recuerda a una gran orquesta sinfónica. Si bien la orquesta está compuesta por experimentados profesores y por magníficos instrumentos, cuando cada uno afina a su aire, lo único que puede percibirse es una amalgama de sonidos inconexos. Y es que la labor del director de orquesta es fundamental para llevar el ritmo y mostrar prioridades en cada momento, coordinar la entrada de cada uno, la intensidad y el matiz de los sonidos para rectificar, ajustar, planificar, afinar… gracias a esta función ejecutiva se consigue que cada uno de los músicos brille al máximo dentro de un trabajo en equipo. La responsabilidad de cómo suene esta gran orquesta es, en gran parte de su director. Igualmente, de cómo active y module el córtex prefrontal dependerá el rendimiento final de la orquesta que representa el encéfalo.
Al igual que diferentes formas de afrontar la partitura y de modular a la orquesta dan lugar a muy variadas versiones de una misma sinfonía, de cómo funcione el director de orquesta del encéfalo del niño en cada momento dependerá su rendimiento, su capacidad de seleccionar la atención y de controlar su actividad motora y su impulsividad. Tal y como hemos podido apreciar previamente, ante la aparición de un estímulo, especialmente si existe poca motivación, el córtex prefrontal del niño con TDAH no se activa convenientemente.
Uno de los objetivos del tratamiento con metilfenidato es estimular una activación del córtex prefrontal, de tal forma que pueda ejercer su función con normalidad y el niño pueda optimizar sus capacidades, siendo realmente él mismo y desapareciendo ese caos interior que percibe.
Los lóbulos frontales se relacionan con el resto del encéfalo a través de verdaderas autopistas de la información, que son vías aferentes y eferentes. La sinapsis de estas vías están moduladas por las catecolaminas. Éstas son liberadas en función de los estímulos y su presencia en el espacio sináptico favorece la transmisión del impulso nervioso. Pero en los niños con TDAH existiría una alteración en sus transportadores que acelerarían su recaptación y, con ello, la escasa presencia de catecolaminas en el espacio sináptico

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